Así fué mi andar, despiadado
Este fué mi destino, sombrío
Tenía que ser así:
Un hambriento obnubilado,
Escribidor tan hórrido y sin pelos en la lengua;
Un soñador tan necio, tan loco de aventuras.
Contestatario insolente, ténaz y subversivo.
Solo leal y consecuente,
Con sus grandes martirios
Y anhelos amorosos:
La libertad, lo verdadero, la belleza.
Un apóstol amoral, insólito,
Alentador tribunicio de inmortales utopías.
¡Salud! ¡Salud! Y grandes alegrías,
¡De amor, liberación y poesía!
¡Viva la Santa Anarquía!
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