No me uniré a la grey del evangelio
ni al rebaño llorón de los sufridos
creyentes de Jahvé y las escrituras.
No me siento ningún adolorido
creyente en algún dios o en la otra vida.
Tampoco un desertor de la batalla
a cambio de mansiones en que lluevan
laureles y tonsuras doctorales,
a cambio de coyundas e imposturas.
De lo que estoy seguro y subversivo
es de no ser imitador de lloriqueos
coplero lacrimoso, vil cristero,
por recibir prebendas patronales.
Soy un perpetuo luchador primario,
veraz y solitario, glorioso en su pobreza.
Jamás adulador de profesión, graduado
por papas, dictadores y caudillos,
perversos mandamases,
divinos o endiablados,
que pagan a sus chupes al contado.
viernes, 26 de junio de 2009
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